<<Y apareciósele el ángel de Jehová en una llama de fuego, en
medio de una zarza, y él miró y vio que la zarza ardía en fuego y
que la zarza no se consumía.>>
Capítulo tercero versículo dos del éxodo.
La llama ardiente entre la zarza del oreb, es el espíritu humano.
El espíritu humano es el hombre real y verdadero, el hombre de
fuego, nuestro real yo, aquel Ruach Elohin que según Moisés
labrara las aguas en el principio del mundo. El mago triunfador de
la serpiente. Nuestra divina seidad, ardiendo en nuestro sistema
nervioso central.
Continúa el santo de la revelación diciendo en el Apocalipsis.
Versículo 12.
<<Y me volví a ver la voz que hablaba conmigo y vuelto ví siete
candelabros, uno semejante al hijo del hombre, vestido de una ropa
que llegaba a los pies>>
Versículo 14.
<<Y su cabeza, y sus cabellos eran blancos como la lana blanca,
como la nieve, y sus ojos, como llama de fuego.
Versículo 15.
<<Y sus pies semejantes al latón fino, ardientes como un horno y
su voz como ruido de muchas aguas.
Versículo 16.
<<Y tenía en su diestra siete estrellas y de su boca salía una
espada agua de dos filos y su rostro era como sol cuando
resplandece en su fuerza>>
Versículo 17
<<Y cuando yo le ví, caí como muerto a sus pies, y él puso su
diestra sobre mí diciéndome: no temas, yo soy el primero y el
último>>.
Versículo 18
<<Y el que vivo y he sido muerto y he aquí que vivo por los siglos
de siglos amén, tengo las llaves del infierno y de la muerte>>.
El hijo del hombre de que nos habla el santo de la revelación es
nuestro espíritu divino al cual llamaremos en esta obra <<El
Intimo>>.
Y los siete candelabros son siete soles que tenemos en nuestra
alma.
<<El Intimo>> es el padre en nosotros y el Alma es nuestro Crestos,
mientras que nuestro cuerpo es el diablo en nosotros.
Nuestra alma tiene un hermoso cuerpo astral; y le decimos cuerpo
astral porque tiene el brillo y luz de los astros.
Ese astral es nuestro mediador, y solo por medio de ese astral
llegamos a nuestro padre, es decir a nuestro <<Intimo>>.
Una alma se tiene y un espíritu se es. Nuestros siete candelabros
son siete poderes que tenemos en el cuerpo astral, son siete
poderes que solo el <<Intimo>> debe encender.
Y los enciende con
el fuego sagrado de nuestro Kundalini, con el fuego sagrado de la
castidad. Razón tiene el santo de la revelación al decir que sus
ojos eran como llamas de fuego.
Pues el <<Intimo>>, es puro fuego. Y el santo de la revelación nos
dice que sus cabellos y su cabeza eran blancos. Para darnos a
comprender que el <<Intimo>> es casto; puro fuego. Sí, el
<<Intimo>> está hecho del mismo aroma del fuego. Es fuego en
esencia, fuego santo, es la llama ardiendo en la zarza del oreb,
es decir, en nuestro sistema nerviosos cerebro espinal.
Ese sistema es timón desde donde él maneja su cuerpo. Esa
columna espinal es su cetro. La columna espinal es el bastón de
Brahma, el báculo de los patriarcas, la vara de Aarón, la vara
mágica de los magos.
Las siete estrellas son los siete planetas que gobiernan a
nuestros siete soles de nuestro organismo astral. Cada uno de esos
soles se haya relacionado con una glándula de secreción interna de
nuestro organismo; esas
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siete glándulas se hallan relacionadas todas
con nuestra columna espinal: esas siete glándulas son las siete
iglesias del Apocalipsis.
Y la espada aguda de dos filos de la cual nos habla el santo de la
revelación, es fuego sagrado que nos redime cuando nos hemos
purificado por medio de la castidad. Es la espada de la justicia
que solo el ángel interior, es decir nuestro <<Intimo>>, debe
manejar, porque nadie sino él tiene derecho a manejarla.
Ese fuego se llama el Kundalini.
El Kundalini es la serpiente ígnea de nuestros mágicos poderes, es
la espada de dos filos que aquel sér semejante al hijo del hombre
tenía sobre sus labios. El Kundalini, la serpiente de fuego se
halla enroscada en las 33 vértebras de la columna vertebral, en la
médula, en el llamado plexo sacro.
Cuando el "Intimo" despierta su Kundalini, éste semejante a una
espada ígnea, rompe la bolsa membranosa en que se haya encerrado y
sube por la columna vertebral a lo largo de un canal, llamado
canal de Susumna, hasta llegar a la cabeza; entonces se encienden
los siete candelabros de nuestras siete iglesias y nos unimos con
el Intimo. Más adelante en los próximos capítulos trataremos
extensamente sobre el Kundalini, ahora solo nos proponemos hablar
en este capítulo sobre el Intimo, es decir, sobre el espíritu
humano.
Hay personas que dicen que hay espíritus malignos; eso no es así.
El espíritu es ese sér semejante al hijo del hombre que reside en
nosotros y por lo tanto no puede haber espíritus malignos. Lo que
si hay almas malignas, almas demoníacas; pero jamás el Intimo de
nadie puede ser maligno.
El Intimo es el real hombre, todo lo demás es añadidura. Antes de
que todo existiera, existía el Intimo y después que todo haya
dejado de existir, el Intimo seguirá existiendo. Es el primero y
el último; Es el que vive por siempre jamás amén; él es Dios
dentro de nosotros, por ello es que San Pablo nos dice: <<Recordad
que nuestros cuerpos son el templo del Dios vivo, y que el
altísimo mora en nosotros>>.
Cuando el espíritu, es decir, el Intimo no tenía alma, era
totalmente inocente, no conocía el bien ni el mal, pero tampoco
tenía derecho a formar parte de las jerarquías cósmicas, porque el
Intimo que no tiene alma, no tiene derecho a formar parte de las
jerarquías cósmicas.
Para ser Maestro del Cosmos se necesita poseer una alma de
diamante, y para poseer una alma de diamante hay que venir al
mundo a sufrir y a gozar, a batallar y a conocer el bien y el mal,
la alegría y el dolor.
El alma no tiene pues más salvación que fusionarse con el Intimo,
para convertirse en alma de diamante y hacerse inmortal. El alma
que se entrega a la fornicación se desintegra, y por ello es que
exclama el Apocalipsis en el capítulo 21. <<Su parte será en el
lago ardiendo con fuego y azufre que es la muerte segunda>>.
Para el alma no hay más salvación que unirse con el Intimo y
convertirse así en el alma de diamante, en el alma pájaro, en el
alma golondrina de que nos hablan los egipcios en el libro de los
muertos.
Y así podremos exclamar con el Apocalipsis: <<Al que venciere le
haré columna de templo de mi Dios, y no saldrá más de allí>>.
Así nos convertiremos en Reyes y Sacerdotes del Universo y no en
pobres pecadores como nos dice la Iglesia Católica. Así nos
llenaremos de felicidad eterna y ganaremos la dicha de vivir
felices en el inalterable Intimo.
Para el mago blanco, el alma y el espíritu son un par de novios
que se aman. Salomón es el Intimo y la bella Sulamita es el alma;
sí, amado lector, esos son los amores de Salomón con la bella
Sulamita. El la dorna, él la viste para que sea, y él se desposa
con ella, en la alta Iniciación, ese es el desposorio eterno. La
gran boda. La fiesta nupcial más grande de nuestra vida. La unión
del alma con su esposo eterno, con el único amor que jamás nos
decepciona. Esa es la fiesta más solemne de nuestra vida. La
función del alma con su espíritu.
Pero h aquí que al alma se le presentan dos caminos: el de la vida
y el de la muerte, y es precisamente sobre los dos caminos, sobre
lo que vamos a tratar en el próximo capítulo.
FIN |